Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, Europa sufrió una conmoción que cambiaría para siempre cómo concebimos la vida, la tolerancia social hacia la barbarie y, poco tiempo después, nuestras nociones de sujeto político. CONFLICTORecordaba Susan Sontag cómo en el conflicto que dio comienzo en 1914 la mayoría de las bajas pertenecieron a los ejércitos, mientras que para 1945 esa tendencia se había invertido: los varios millones de muertos fueron, sobre todo, población civil, con mayor protagonismo fatal del pueblo judío, aunque no exclusivamente. De repente, se había pasado de delimitar objetivos militares muy claros a acribillar masivamente a personas cuya relación con la contienda se limitaba a la mera existencia. Para cuando hubo terminado la última conflagración mundial, revelado el horror tanto de los campos de concentración nazis como de la bomba atómica, Europa, untada en ruinas y sangre, ya no podía autoproclamarse cuna de ninguna civilización. Inspirados por los ideales de los derechos humanos, las razas tradicionalmente sometidas parecían clamar que ellas también eran judíos siendo aniquilados.
Source: El Mañana November 26, 2023 19:30 UTC