Por Leda M. PérezEn su obra clásica, La democracia en América, Alexis de Tocqueville sentó las bases del excepcionalísimo americano, atribuyéndole al entonces joven Estados Unidos (EEUU) un futuro rol como abanderado de la democracia en el mundo. En el proceso, profanaron al símbolo más sagrado de la democracia estadounidense, el Capitolio, la casa del pueblo. El detallito que no analizamos es que la estructura del poder se estableció por, y para, hombres blancos y terratenientes. Según algunos, el dominio del poder por los blancos solo muta en sus formas y estrategias de control social. Pese a lo altamente subversivo que esta postura es para la democracia, es, sin embargo, inherente a los cimientos del país.
Source: La Republica January 24, 2021 15:37 UTC