Los comuneros están ataviados con coronas, pinturas con achiote en las caras y lanzas. La explotación petrolera en Loreto estuvo desde sus inicios en manos de transnacionales que se beneficiaron con impunidad, pues la fiscalización era nula. El Estado peruano los obliga a votar, pero no se obliga a sí mismo a velar por sus derechos elementales. En una relación así de viciada, es natural que se instalen la violencia, la intransigencia y la ilegalidad absoluta, entendidas por la “parte afectada” (empresa petrolera estatal y resto del país) como sabotaje. Por muy difícil que sea entenderlo desde nuestras pantallas, las mismas personas que reclaman los derrames suelen ser las que los generan.
Source: Peru21 December 08, 2018 11:26 UTC