A eso de las siete y treinta de la noche, del 29 de diciembre de 1987, dos parejas vestidas de civil tocaron a la puerta del restaurante La Puerta Roja. Procedieron, acto seguido, a colocar explosivos, regar con gasolina todo el local y hacer pintas alusivas al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Ahora, el delincuente terrorista Víctor Polay Campos se queja y lloriquea ante la CIDH sobre sus condiciones carcelarias. Sostiene que “se vulneró su derecho al principio de legalidad y a las garantías judiciales; y que las condiciones carcelarias que se impusieron afectaron su integridad personal”. Si Polay quiere cambiar de condiciones carcelarias, quizá el aire puro de Challapalca lo haga meditar y reflexionar sobre su demencial proceder.
Source: Peru21 December 22, 2025 12:15 UTC